Aguafiestas de la Historia

Leí esto en el XLSemanal (vía www.eduardpunset.es; cualquier página de Punset es altísimamente recomendable; ya hablaré largo y tendido sobre Punset y sus cosas… si todo va bien). En fin, que de genio en genio, me encontré de morros con un texto del siempre brillante Arturo Pérez-Reverte. Sé que no tienen mucho que ver los temas que trato en mi blog, pero cuando coincide que veo algo interesante o curioso y que ando con ánimos…voy y lo plasmo. Después mostraré el texto íntegro original, ya que no quiero llenarlo con la basura de mis propias ideas y estilo, modificando, resumiendo o adaptando el desarrollo original de Pérez-Reverte.

Me parece interesante ver escritores de verdad, de nuestro tiempo. No sé cómo carajo se atreve todavía a escribrir , por ejemplo, Francisco Umbral, anclado en el pasado, desfasadísimo. El tiempo le ha pasado literalmente por encima. Y un escritor bueno debería ir con el tiempo, no debería dejarse pisar por él. Es decir, que Umbral, pase lo que pase en el mundo, acontezca lo que acontezca, surjan los genios que surjan, va a seguir hablando de la Celestina… de García Lorca y de la generación del 27. Y no es que tenga yo nada contra eso sino que posiblemente no sepa mucho más, o al menos mucho más de lo que sabía en su poca fértil.

Que sí, que fue una gran figura, pero ahora ni de coña. En fin, que sin más preámbulos vamos a disfrutar de la lírica de un escritor de verdad, actual, o al menos no de una momia:

Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte.

Empieza a ser irritante la fiebre de revisionismo histórico-científico que, en los últimos tiempos, todo cristo aplica a reliquias, objetos varios y demás parafernalia memoriosa. Quienes, como el arriba firmante, fuimos criados en el culto al mito, la visita al museo, el recuerdo familiar del tatarabuelo y cosas así, no podemos abrir últimamente un periódico o ver la tele sin que nos tiren los palos del sombrajo. Porque lo cierto es que no está quedando títere con cabeza. La ciencia –bombas atómicas y doctor Mengele aparte– es sin duda fuente de innumerables bienes para la Humanidad doliente; pero también, cuando se pone estupenda, termina convirtiéndose en una incómoda mosca cojonera.

Antes, con lo del carbono 14, todavía salvábamos los muebles. Ahora, en cuanto bajas la guardia, aparece un investigador probando, tras aplicar al objeto en cuestión los más modernos avances técnicos, holografías parafásicas, escáneres informáticos de amplio espectro y otros artilugios diabólicos, que los huesos de Santa Romualda, virgen y mártir, conservados desde hace siglos en el relicario correspondiente, son en realidad costillas de cabrito lechal datadas, como muy tarde, cuando la guerra de Cuba; que el trozo de la Vera Cruz que trajo de las cruzadas el capitán Trueno es madera de eucalipto, árbol que no creció en Palestina hasta el siglo XIX; que el copón de Bullas, veneradísimo por todo murciano en edad de blasfemar, ni es copón ni es de Bullas; o que el prepucio de San Aniceto, obispo, es en realidad una corteza de gorrino frita y momificada. Y la verdad es que no paran. Empezaron con la murga de la Sábana Santa, y ahí la tienen: ni para escribir bestsellers sirve ya. Lo último, por lo visto, es que la astilla fósil del arca de Noé que se guarda en el museo arqueológico de Gotham City la encontraron en un sitio donde no ha llovido en la puta vida.

Y es que, puestos ya a violentar lo más sagrado, ni siquiera se respetan los grandes mitos. Hasta al fiambre chamuscado de Juana de Arco, alias la doncella de Orleáns, le han metido mano los gabachos, o se la van a meter. No sé bien cómo anda la cosa, pero seguro que, al final, lo de doncella era sólo una forma de decirlo. Lo mismo pasa, según fuentes de toda solvencia, con el sextante de Cristóbal Colón, el Kalashnikov de Saladino y la última caja de Durex que usaron Indíbil y Mandonio. Todas son, aunque parezca increíble, reliquias de jujana. Sólo se salvan, de momento, los huesos de Francisco de Quevedo, que los expertos acaban de bendecir en Villanueva de los Infantes. Y me alegro por don Paco. No quiero ni pensar que fueran los de Góngora.

Es razonable, de todas formas, el deseo de liquidar ciertos embustes. Éstos sirvieron a menudo para fomentar la incultura y la superstición, teniendo a la gente –eso todavía ocurre– agarrada por las pelotas. Pero no se puede mochar parejo. ¿Qué más da, por ejemplo, que la espada del Cid Campeador, a la que el Ministerio de Cultura español ha puesto los pavos a la sombra, sea auténtica o no lo sea? Se non è vero –sostiene el viejo dicho alemán– è ben trovato. Si durante varios siglos la Tizona fue admirada como tal, dejémosla estar. Ningún daño hace a un niño contemplar, con sus compañeros de colegio, el acero que empuñó el Cid o el rifle de Pancho Villa. Los pueblos también necesitan mitos y leyendas para ir tirando, para componer imaginarios colectivos, para acreditar lo que son con lo que fueron, o pudieron ser. Iluminar cada rincón en penumbra de esa Historia menuda, útil para apuntalar la otra, no siempre es un servicio a la sociedad. Muchas ambiciones, vanidades y mala intención pueden camuflarse, también, tras la supuesta búsqueda de la verdad que llevan a cabo ciertos paladines del gremio. Pues no siempre esa verdad nos hace libres, ni más cultos ni sabios. Hay verdades nobles y verdades nefastas, hay mentiras infames y mentiras espléndidas, y también muchas formas de barajar unas y otras. Algunos de nosotros –y eso no significa necesariamente que seamos tontos– precisamos creer, o fingir que creemos, en los trescientos de las Termópilas, la Pepa del año 12, el naranjero de Durruti o el virgo incorrupto de Helena de Troya, como otros necesitan una vida más allá de la muerte, que Dios se materialice en la hostia que alza el sacerdote, o que San Jenaro proteja a los devotos si su sangre se licúa en el día y a la hora previstos. Por eso hay que aplicar el método con extrema prudencia. Puestos a desmontar fraudes, podríamos quedarnos todos desnudos y a la intemperie. Que levante la mano quien no tenga un hueso falso en el relicario.

3 comentarios en “Aguafiestas de la Historia”

  1. El señor Arturo Perez-Reverte no coincide con mi persona en estas lineas; y es que abogar por la estupidez y los mitos nunca sera apoyado por mi (y quiero pensar que ni por mi generación). Porque en nombre de la sabana santa se han cometido asesinatos, por la astilla que se clavo la madre de Cristo en la chancla se han empezado guerras.

    Porque los mitos tienen sentido y valor cuando son realmente mitos.

    Que no me confunda el respetable, amo la mitología muchísimo. Es fuente de inspiración y de ilusión, pero no así la mentira. Cierto es que fraudes hay y habrán, pero a nadie le importa si me ducho todos los días.

    En definitiva, que no comparto la idea de encubrir mentiras, y mucho menos (esto ya es mas personal) aquellas que tengan que ver con la madre que pario a la Iglesia, a Dios y al Espiritu Santo.

    Sobre Umbral y la teoria de la adaptación… tampoco llego a consenso la opinion, en este caso del blogmaster. Si lees a Umbral no puedes por menos que aplaudir la genial habilidad de la que goza, pedirle que renuncie a esa variopinta forma de darle ambiguedad al arte de escribir es como pedir que toda la comida fuera identica o, al menos, moderna.

    El clasicismo (y no me refiero al movimiento, si no al concepto) es tan genial como lo es el modernismo (idem). Leer la coplas a la muerte de su padre de don Jorge Manrique es genial, pero es limitado. Si alguien viene a escribir (cambiemos esta palabra por CREAR) y le decimos «asi no, que ya esta muy visto», estamos coartando su libertad y poniendo trabas a la creación que, aunque quizá menos original, sigue siendo magia.

    En definitiva (esta de verdad) para gustos: COLORES.

  2. je, je, no creo que Reverte abogue por los mitos y menos que los defienda. Simplemente es que nos están cambiando la historia. Y eso descoloca. Es como si ahora te dijeran (descubrieran) que tolkien no ecribio el SdlA, sino que lo copió, O que el personaje de Aragorn no existía, lo metió realmente Christopher después, o que Tolkien resulta que era un pedófilo cabrón. Y ya no sabrías que pensar. En fin, que indagar en la historia está bien, pero hasta cierto punto… xD. O al menos hay que prepararse para todo aunque te joda (que creo que es la actitud de Reverte). bueno, o así lo entendí yo. Él es erudito en historia, es parte de su vida, de sus conocimientos… y se lo están cambiando. Pero como ya te digo, no creo que Reverte crea en los mitos.
    En cuanto a umbral no digo que no sea buen escritor, que lo es. Digo que no es un genio ni mucho menos; no es brillante, puesto que no ha sido capaz de ir con los tiempos. Aunque algún día te hagan el silmarillion virtualmente va a seguir hablando de la guerra civil y la celestina, aunque pasaran cientos de años y cientos de cosas seguiría hablando de los 80´s y de la generación del 27… por dios… y encima es un puto borrachuzo, un pesao (por lo de su mierda de libro) y llamó pueblerinos a los de Aranda sin venir a cuento… así que lo tengo cruzado… xD. Lo que quiero decir es que hablar de la generación del 27 está muy requetebien, pero es que Umbral no tiene ni idea de la era tecnológica etc actual… aunque la verdad es que esto es sólo una suposición mía…

  3. Si Tolkien era un pedofilo o si la historia que me han contado era mentira, ojala haya gente dispuetsa a decirme «hey, que el mundo no es plano tronco, es redondo…», lo que seguro que no haría con el que me informara sería quemarlo en la hoguera.

    Sobre quien es un genio y quien no… no voy a opinar. Es algo tan extremadamente subjetivo que la ignorancia que denotaria si me atreviera con ello me avergüenza.

    Umbral es un escritor que escribe de puta madre, a mi tampoco me cae especialmente bien, pero una cosa no quita la otra.

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