Un día, agotado de ir a contra corriente, intenté descubrir por qué todo el mundo iba siempre hacia el otro lado. Así que, pregunté al último de ellos. Me respondió que iba hacia allí porque todo el mundo iba hacia allí. ¿A dónde iba a ir si no? Caminé entre todo el mundo preguntándoles lo mismo, pero la respuestas fueron muy similares. Quizás los primeros sabrían darme algún dato más. Cuando alcancé a los primeros, me alegré de que al menos sabían algo más. Me respondieron que iban hacia allí, simplemente, porque un señor muy bien vestido y muy amable les había pagado para que fueran hacia allí.
Fui a hablar con dicho señor, y me dijo que otro señor se lo había ordenado. Pero cuando cuando fui a hablar con ese otro señor, no quiso atenderme, ni hablar conmigo ni darme explicaciones de ningún tipo. Así que todavía sigo sin saber por qué iban todos hacia el mismo lado.
Entonces, volvió el señor amable y me dijo que si quería, a mi también podría pagarme por ir hacia ese lado. Así que, tras haber comprobado que incluso mis amigos iban todos hacia ese lado, me dije, y por qué no. Y yo mismo anduve hacia ese lado.
Muchos años después alguien me preguntó que por qué caminaba hacia ese lado y la verdad, no supe qué decirle.